“El bienestar animal no solo influye en la salud de las vacas, sino que también podría afectar a las personas que consumimos su leche”

El proyecto StarWell estudia la influencia del bienestar del ganado sobre la calidad de su leche y la posible transmisión de hormonas como el cortisol, indicativa de estrés, a los humanos

Alexandre Lamas, durante la jornada de presentación de Proyectos Colaborativos del Campus Terra

Que el bienestar animal tiene una relación directa con la salud y la productividad de las vacas lecheras es algo sabido pero, ¿tiene alguna incidencia sobre la calidad de la leche y la salud humana?

A esta pregunta trata de dar respuesta el proyecto StarWell, liderado por investigadores del Campus Terra y en el que participan dos grupos de investigación de la Facultad de Veterinaria, el Grupo LHICA, centrado en el análisis de la calidad de la leche y sus efectos sobre la salud de los consumidores, y el Grupo CTleite, más centrado en temas de bienestar animal.

De las sinergias entre ellos surge este Proyecto Colaborativo que busca, en último término, una mayor valorización de la leche procedente de granjas con altos estándares de bienestar animal. “Si el bienestar tiene una incidencia real en la calidad de la leche, puede hacer que las empresas lo tengan en cuenta también desde este punto de vista”, argumenta Alexandre Lamas, el investigador principal del proyecto.

El bienestar animal no es solo una cuestión ética, sino que tiene consecuencias económicas y efectos sobre la salud

En la iniciativa colabora la cooperativa CLUN. Se están recogiendo muestras, tanto de leche como de sangre, en granjas socias en la comarca de A Mariña para después cruzar los resultados con los niveles de bienestar de esas explotaciones. “Sacamos muestras de sangre a entre el 10 y el 20% de las vacas de la granja, para que sea representativo, y las analizamos. Luego lo relacionamos con los datos de puntuación obtenidos por esas granjas en la inspección de bienestar llevada a cabo dentro del proceso de certificación Welfare Quality”, explica.

“Por ahora tenemos tomadas solo muestras en 10 granjas, pero nuestro objetivo es llegar a entre 20 y 40 granjas con distinta puntuación en el certificado de bienestar animal”, avanza.

Ácidos grasos y bacteriología

A pesar de encontrarse el estudio todavía en una fase inicial, ya se pueden avanzar algunas conclusiones, como la relación directa entre el grado de bienestar animal alcanzado por la explotación y la calidad higiénico-sanitaria de su leche.

“A nivel bacteriano, sí que encontramos una correlación entre el nivel de bienestar de la granja y su nivel bacteriano. Las granjas que tienen un menor nivel de bienestar tienen un mayor recuento bacteriológico, lo que puede tener efectos sobre el ser humano que consuma esa leche por los propios metabolitos que formen las bacterias en esa leche o en los productos derivados que se hagan a partir de esa leche”, explica Alexandre.

Esa menor calidad higiénica de la leche también perjudica las actividades de transformación industrial por parte de las industrias. “Por ejemplo, el Clostridium provoca un empeoramiento en la fermentación de la leche”, detalla.

Las granjas que tienen un menor nivel de bienestar tienen un mayor recuento bacteriológico en la leche

Dentro de los análisis realizados, también se comparó el perfil de ácidos grasos de la leche para ver cómo varía. “No solo son una fuente energética, sino que también tienen un efecto en la salud en el ser humano”, indica Alexandre.

“Encontramos diferencias bastante significativas en el perfil de ácidos grasos en función del tipo de producción. Por ejemplo, la leche de pastoreo tiene un menor índice aterogénico, que define la capacidad potencial de las grasas para producir agresiones en el endotelio de los vasos sanguíneos, en comparación con la leche de granjas intensivas o la procedente de sistemas de ordeño robotizado”, asegura.

Trasmisión de hormonas a humanos vía leche

Otro de los aspectos que centran el estudio es la posible transmisión a humanos, a través de la leche, de determinadas hormonas que se generan en las vacas cuando los niveles de bienestar animal disminuyen.

“El cortisol es una de las principales hormonas del estrés, tanto en el ganado como en las personas, ya que es exactamente igual la que está en la vaca que la que está en nosotros. Por eso, si tenemos unos niveles muy elevados de cortisol en la leche, eso puede tener un efecto en la salud humana, porque puede ser consumida y tener un efecto en la propia persona que la ingiere, y a mayores niveles de cortisol en la leche, mayores niveles de ingesta, por lo que ingestas prolongadas podrían tener un efecto sobre nuestra salud”, concluye.

Al igual que la composición de ácidos grasos, los niveles de cortisol de la leche también pueden tener un efecto directo en la salud humana

“Con el análisis de Cortisol no encontramos diferencias de los niveles de presencia en la leche entre las granjas en función de su puntuación de bienestar animal, pero veremos al aumentar la muestra si se repite este resultado o no”, indica Alexandre.

La otra hormona analizada es la haptoglobina, que es medidora de inflamación. “Al ser un componente proteico se degradaría y no pasaría como tal a nosotros, como sí pasa con el cortisol”, explica Alexandre. “En el caso de la haptoglobina tenemos también pocas muestras por ahora, por lo que no encontramos de momento una tendencia clara”, dice.

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