“El modelo tradicional de los sotos gallegos ha permitido salvar nuestras variedades autóctonas”
Galicia, y especialmente las provincias de Lugo y de Ourense, son los principales enclaves productores de castaña de España. Analizamos, con la ayuda de Santiago Pereira, catedrático del Campus Terra de la USC, la realidad actual del cultivo y las posibilidades futuras
Lugo acogió a finales de junio el VII Simposium Internacional de la Castaña, una reunión cuatrianual en la que participan los principales expertos mundiales en este fruto, de honda tradición en Galicia y que se abre camino en los mercados internacionales.
Santiago Pereira Lorenzo, catedrático de la Escuela Politéctica Superior de Ingeniería y vicepresidente de la división de frutos secos de la Sociedad Internacional de Ciencias Hortícolas (ISHS) fue el coordinador del simposium. Hablamos con él de los principales retos y oportunidades de cara al futuro.
El control de las plagas que afectan al castaño y los problemas relacionados con el relevo generacional y el abandono de los castañares son dos de las principales problemáticas que debe afrontar el sector en Galicia para alcanzar un aprovechamiento óptimo de los recursos con los que cuenta.
Galicia, destaca el profesor de la USC, es la principal productora de castaña de España y la región que presenta una mayor diversidad genética, con árboles monumentales que han preservado ese legado durante siglos.
En Francia, donde se apostó por los híbridos, prácticamente ha desaparecido a día de hoy la producción
Es un valor que considera que se debe mantener porque aporta riqueza y es una garantía de futuro. “En Francia, donde se apostó por los híbridos, prácticamente ha desaparecido a día de hoy la producción y tienen que importar toda la castaña para suministrar a su industria transformadora”, asegura Santiago. “En Galicia, el hecho de haber mantenido el modelo tradicional de los castañares preservó nuestras variedades autóctonas y salvó la producción”, destaca.
Pero a mayores de la producción de castaña, el profesor Pereira Lorenzo también pone en valor la importancia del castaño por su madera de calidad, así como por su huella en el paisaje e incluso en la tradición cultural europea.
¿Cuántos castaños hay en Galicia?
Galicia cuenta con una extensa superficie con presencia de la especie Castanea sp., bien como especie principal, ocupando el castaño una superficie de 12.500 hectáreas en masas puras, o bien como especie secundaria en formaciones mixtas (46.455 ha según los datos del último Inventario Forestal Nacional). Al mismo tiempo, la superficie de castañares de fruto asciende aproximadamente a unas 38.000 hectáreas, según los datos de la Xunta.
Pero existe controversia entre los datos oficiales, tal como reconoce el profesor Pereira. Según las estadísticas del Ministerio, del año 2018, en Galicia estarían en producción 24.592 hectáreas en plantaciones regulares de castaño, a lo que habría que añadir más de un millón de árboles diseminados.
Las nuestras son producciones extensivas, con unos rendimientos de 1.500 kg por hectárea
Los cálculos del Ministerio estiman unos rendimientos de 3.000 kg por hectárea y 84 kg por árbol individual, lo que equivaldría a más de 160.000 toneladas de producción en la comunidad de los 185.000 del total estatal. Lugo, con 50.000 toneladas, y Ourense, con 100.000, sumarían la mayor parte de la producción gallega, unas estimaciones muy por encima de la realidad.
“Las nuestras son producciones extensivas, de unos 1.500 kg por hectárea, nada que ver con las grandes parcelas de producción intensiva que vemos en Extremadura o en otros países”, matiza Santiago. Con los datos aportados por el Ministerio, Galicia produciría muchas más castañas que todo Portugal junto, cuando en la realidad la producción portuguesa dobla la gallega.
Caída de la producción en los últimos años
Galicia es hoy la principal comunidad autónoma española en producción y exportación de castañas. Los datos de producción de una campaña normal se sitúan en los 20 millones de kilos, que se traducen en más de 30 millones de euros pagados a productores y que, a su vez, generan un valor superior a los 70 millones de euros en comercialización una vez transformados.
El valor anual de la producción, transformación y comercialización de castaña supera los 70 millones de euros en Galicia
Pero en los últimos 5 años (2018, 2019, 2020, 2021 y 2022) la producción se vio afectada por diversos factores, como la avispilla, la sequía o los hongos, reduciendo la castaña recogida por debajo de las 15.000 toneladas.
Pero la producción fluctúa además en función de otros factores, como por ejemplo el precio, que se mueve entre 1 y 2 euros el kilo dependiendo del año y el calibre. La castaña gallega juega en un mercado globalizado y la cotización varía también según la demanda y la producción en otros países.
Incentivar la plantación y la recogida vía precio
No toda la castaña que se produce en Galicia se recoge. La cantidad que queda tirada en el monte varía dependiendo del precio que se pague ese año y de los problemas productivos en otras zonas que son competencia directa, como Italia o Turquía. “Hay movimientos de castaña cuando falla la producción en una zona”, indica el catedrático de Producción Vegetal de la USC.
“Cuando el precio que se paga es bueno, aquí aparece castaña. Una parte de los frutos que los castaños dan se recolectan solo cuando el precio es interesante. Cuando la plaga de la avispilla hizo caer la producción en Italia, ese año salieron camiones de castaña de Galicia”, afirma Santiago.
Cuando el precio que se paga es bueno, aquí aparece castaña
Más allá de las zonas productoras clásicas tradicionales, como son las montañas de Lugo y Ourense, “hay otras más escondidas y pendientes del precio”. No es algo que suceda solo en Galicia. “No solo pasa aquí, también en Turquía, que es la gran productora de castaña sativa a nivel internacional, en función de cómo esté el mercado europeo colocan mejor o peor su producto. Por eso están adoptando las regulaciones europeas de calidad para no tener problemas después para exportar”, cuenta.
Hay cierto repunte del castaño y hay más plantaciones, pero habrá que ver después si eso sirve para aumentar la producción
En los últimos años está bastante alto el valor de la castaña y eso está impulsando nuevas plantaciones, opina. “En los datos se ve que hay cierto repunte del castaño, hay más plantaciones pero hay que ver si eso redunda en más producción, porque el factor determinante va a ser el precio”, insiste.
IGP e industria transformadora
Desde el año 2009 funciona la Indicación Geográfica Protegida Castaña de Galicia, la única IGP en este ámbito existente a nivel del Estado, un indicativo que ampara las producciones de calidad diferenciada que tienen como base este producto forestal pero que por ahora solo incluye a 156 productores y alrededor de 2.000 hectáreas.
El destino final de la castaña gallega se divide de la siguiente manera: 50% comercialización en fresco, 40% primera transformación y 10% segunda transformación
La mitad de las castañas cosechadas en Galicia se destinan al consumo en fresco y la otra mitad a las industrias de transformación para su pelado y congelado o para la elaboración de productos como harinas, cremas y confituras. En puestos de trabajo, se estima que este sector supera los 500 empleos directos y los 800 indirectos, con más de 230.000 jornadas de cosecha.
Galicia suele producir cada año alrededor de 20.000 toneladas de castaña. Es la comunidad líder en España, con la mitad de toda la producción estatal, pero aun así, la cosecha gallega es insuficiente para abastecer a la industria y a las empresas comercializadoras de la comunidad, que se ven obligadas a importar casi 10.000 toneladas más de otras zonas productoras de España y Portugal para cubrir sus necesidades.
Galicia tiene industria asociada a la castaña, algo importantísimo, y a través de la IGP se garantiza la producción desde el campo a la mesa, una cosa que se valora mucho ahora en la UE
A nivel del Estado, la castaña andaluza es la primera en llegar al mercado, con las variedades pilonga y temprana de Ronda. En la Sierra de Aracena, en Huelva, se producen variedades como la ancha, la helechal o la comisaria; de Asturias (con una importante superficie de castaño aunque básicamente de tipo forestal) viene la chamberga; del Bierzo la parede; y de Extremadura (donde hay grandes extensiones pertenecientes a grandes propietarios en la comarca cacereña de Las Villuercas) procede la verata, más tardía.
Portugal produce grandes cantidades de longal y judía en regiones fronterizas con Galicia, como las de Tras Os Montes y el Alto Douro. El país tiene cerca de 35.000 hectáreas ocupadas por castaños, el 85% de ellas en las regiones del norte, pero “está habiendo una apuesta muy fuerte por la extensión de nuevas plantaciones en Portugal”, asegura Santiago. La producción actual oscila, dependiendo del año, entre 50.000 y 60.000 toneladas, amparadas por cuatro DOP: Terra Fría, Serra da Padrela, Soutos da Lapa y Marvão.
Alrededor de un 75% de la castaña gallega se vende a otros países, principalmente de Europa, en tanto el restante 25% se comercializa a nivel de España
“Pero Galicia tiene industria asociada a la castaña, que se concentra aquí, y lideramos la transformación, es algo importantísimo”, destaca Santiago. Empresas como Alibós, Cuevas o Naiciña colocan la castaña gallega (y la importada de Portugal) en otros mercados europeos. De hecho, tres cuartas partes de la castaña gallega se vende a otros países.
Alargar el consumo más allá del otoño
El déficit gallego en castaña da una idea del potencial que hay en el monte para su producción, pero, ¿qué posibilidades de futuro tiene el sector? “La demanda de castaña va a ser constante e incrementar su importancia”, opina el catedrático de Producción Vegetal de la USC.
Sin embargo, la castaña sigue siendo un fruto de consumo estacional, vinculado, en el hemisferio norte, a la llegada del otoño. “La castaña híbrida tiene su valor como castaña temprana. Son las primeras, las que dan color y diversidad a los escaparates de las fruterías hacia el final del verano, pero muchas veces llega antes que el frío y no se consume, porque se adelantan mucho respecto a la época de consumo y la castaña tiene una componente cultural muy importante”, destaca.
Hay que avanzar en nuevas elaboraciones, como snacks o productos sin gluten fabricados a partir de harina de castaña
“Los gallegos no podemos entender un otoño sin magosto, porque es un fruto tradicional muy ligado a la cultura, pero hay que ofrecer también nuevas modalidades que alarguen y desestacionalicen el consumo”, propone el catedrático de la USC.
La industria gallega de transformación presenta la castaña en distintas elaboraciones, desde pelada y congelada a harina, marrón glacé, almíbar o cremas y confituras, pero Santiago defiende seguir innovando en derivados que se adapten a las nuevas maneras de consumo, como snacks o productos sin gluten elaborados a partir de harina de castaña.
A la hora de agrandar los mercados, todos los países que tienen tradición histórica de presencia de castaños son consumidores potenciales de castaña, aunque hoy hayan ya abandonado el cultivo. “En Méjico, por ejemplo, existe consumo de castaña y no tienen producción. Lo mismo pasa en Argentina”, cuenta.
Conservar el importante acervo varietal
Santiago Pereira escribió hace 34 años su tesis de doctorado sobre las castas de castaño gallego, un trabajo que sirvió después de base para la IGP, y posteriormente, en el año 2018, lideró un estudio pionero del grupo de Agronomía de la USC para estudiar 105 árboles singulares de España, Italia y Portugal. “El castaño es un cultivo porque se injerta. Son castas muy antiguas que se preservan de este modo porque son valoradas”, destaca el profesor de la Politécnica de Lugo.
La calidad de las variedades gallegas es comparable a la del ‘marrone fiorentino’ italiano
La courelá, por ejemplo, es una variedad que aparece injertada en un castaño gallego de 11 metros de perímetro con varios siglos de antigüedad, pero hay otros árboles monumentales, como el de Pexeirós, en el ayuntamiento ourensano de Os Blancos, de 14 metros de perímetro y datado entorno al siglo XVI, o la que fue recuperada recientemente en la Cortiña Dorden, en la aldea de O Mazo, cerca de Folgoso do Courel, de 21 metros de perímetro.
“Estaba oculto, se limpió para poder visitarlo. Hay que irse a Sicilia para encontrarse con un tronco similar, el de Cento Cavalli, de 22 metros de perímetro. El de O Courel sería el segundo de Europa, tenemos el deber de conservarlo”, afirma.
La luguesa es una variedad fantástica que está en desuso
Entre las 23 variedades inscritas y con presencia en Galicia, “hay 10 grandes variedades campeonas”, asegura. “La longal para la industria es fundamental, pero en zonas frías funcionan mejor la parede y la luguesa, y la negral destaca como la gran polinizadora gallega”, ejemplifica.
Mejora genética y nuevas variedades
Las variedades amparadas por la IGP son las variedades tradicionales. “Ese es el gran valor de nuestras producciones”, insiste, ya que son “variedades antiguas únicas adaptadas a nuestras condiciones edafoclimáticas”.
Lograr castaños resistentes a las principales enfermedades, como son la tinta (Phytopohthora cinnamomi) el cáncer (Cryphonectria parasitica) y más recientemente a la avespilla (Dryocosmus kuriphilus) es una de las líneas fundamentales en materia de mejora genética en los últimos años.
Hoy podemos ir a un vivero y comprar las variedades tradicionales injertadas en patrones seleccionados con garantías genéticas
Los esfuerzos en la última década están encaminados a crear nuevos genotipos controlados que sean resistentes a la tinta, que es el mayor problema de los castaños gallegos, y contra la que no hay posibilidades de lucha biológica, como acontece con el cáncer o la la avispilla.
“Tenemos gran variedad de portaingertos que funcionan bastante bien y que aportan resistencias a la tinta del castaño, se están obteniendo nuevos patrones que pueden traer ventajas en el futuro”, dice el profesor Pereira.
Variedades como la rapada, la negral o la longal tienen una mayor resistencia frente a la avispilla
“En las variedades estamos viendo algunas que funcionan mejor ante la avispilla, aunque de momento son resultados preliminares. Pero, en general, las variedades que tenemos ahora en producción en Galicia funcionan todas bastante bien”, asegura.
Por eso, Santiago es partidario de “no alterar nuestra producción, como sucedió en los vinos, donde las castas propias fueron sustituidas en un primer momento”, aunque en la actualidad, destaca, “estamos volviendo a pasar de un sistema monovarietal a un plurivarietal porque se ha ido recupernado toda la diversidad y riqueza de variedades autóctonas de viñedo que teníamos en las distintas zonas”.
Se pueden introducir variedades mejorantes, pero no me gustaría cambiar mucho la estructura productiva
“Se pueden introducir variedades mejorantes, pero no me gustaría cambiar mucho la estructura productiva. Es decir, debemos mantener las variedades tradicionales vinculadas a cada zona: en O Courel la courelá; la negral, amarelante e inxerta en Manzaneda, la longal y la famosa en Verín, Riós y Vilardevós; la negral y reigona en Valdeorras; la garrida y la loura en Chantada; o la luguesa y la paredes en Lugo”, ejemplifica.
Control de las principales enfermedades
Ante las plagas que afectan a los castaños en la actualidad, “la comunidad científica se mueve muy rápido y es capaz de plantear soluciones”, valora Santiago.
“En este momento tenemos todas las amenazas juntas, pero se nota mucho cuando hay intervención de los distintos estamentos para tratar de frenar o minimizar, por ejemplo las campañas para frenar el cáncer, que están dando sus frutos. Vemos que los castaños están cicatrizando”, asegura.
Yo veo posible el control de la plaga de la avispilla a corto plazo; el castaño es una especie muy resiliente y las sueltas de torymus están teniendo un efecto lento pero positivo
También en el caso de la suelta del parásito Torymus sinensis contra la avespilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus) ve un “efecto lento pero positivo”. “La lucha biológica podría funcionar mejor, pero tenemos gente preparada y la implicación de la Administración”, dice.
“Yo veo posible el control de la plaga a corto plazo, porque aunque es cierto que está muy extendida, llega un momento en el que el árbol es capaz de convivir; el castaño es una especie muy resiliente”, destaca.
Ante otros problemas, como el de la pudrición del fruto, que afecta a la comercialización, apuesta por soluciones como las que ya se practican en Italia, como la de controlar la temperatura que se aplica en el momento de curar la castaña.
Cambio climático
El cambio climático es otra de las graves amenazas actuales para el sector. “Está afectando a la producción, por las olas de calor, pero también porque hay plagas que afectan en el momento de cuajar el fruto si hay períodos muy secos. Si en septiembre no tenemos lluvias la producción se ve muy afectada”, concreta.
En Galicia se han constatado en los últimos años descensos del 35% a causa de la sequía, afectando también a la sanidad del fruto. Lo mismo está aconteciendo en Portugal, donde el año pasado las olas de calor del mes de julio provocaron que la producción de castaña cayese a la mitad.
Se trata de un problema global que requiere de soluciones comunes y a largo plazo. “Hemos establecido una colaboración con los investigadores portugueses, que tienen una red de parcelas con plantaciones experimentales, en las que se introdujeron también variedades gallegas para estudiar su comportamiento, y también estamos colaborando con el grupo de investigación de la Universidad de Córdoba en Extremadura. “En los próximos años vamos a ver resultados interesantes en este sentido”, avanza Santiago.
Relevo generacional y abandono de los sotos
Uno de los graves problemas que enfrentan los castañares gallegos es la despoblación y abandono de las aldeas. El 80% de la superficie gallega de castaños (y la práctica totalidad de los castañares tradicionales) se encuentran en las comarcas de A Fonsagrada, O Courel, Sarria, Lemos, Valdeorras, Verín, Trives y Viana, muchas de ellas aquejadas de un fuerte envejecimiento poblacional.
La mayor parte de los castaños gallegos están en las comarcas de montaña del oriente de Lugo y Ourense, zonas marcadas por la despoblación
“La falta de gente joven en el rural es un problema para la producción, este es un tema crucial de cara al futuro, porque tiene que haber gente para hacer las podas, las plantaciones y los injertos, además de para recoger las castañas. Es un cultivo que necesita de la presencia humana. Puede entenderse como una actividad de fin de semana, pero las labores mínimas de plantación, ingerto, poda y manejo del suelo hay que hacerlas”, evidencia.
Sin población rural es difícil pensar en el cultivo y producción de castaña
El estado actual de los castaños gallegos varía en función de sus cuidados en tres niveles: “Está entre el abandono, el aprovechamiento y el cultivo. Hay zonas que pueden aparentar abandonadas pero en las que hay alguna limpieza y ciertos cuidados de vez en cuando que hacen que haya producción, aunque no sea la óptima. Esas producciones también llegan al mercado”, asegura Santiago.
El castaño necesita una cierta profundidad de suelo y fertilidad, condiciones que encuentra en Galicia. “La especie Castanea sativa está restringida a una zona muy limitada, por las características de los suelos calizos y la climatología, aunque toda Galicia sería apta”, aclara el catedrático de Producción Vegetal del Campus Terra.
La producción de castaña es viable en toda Galicia, pero requiere más atención que el eucalipto
“El castaño puede vivir a nivel del mar, siempre que no reciba directamente la brisa marina, pero históricamente la recesión del castaño en las zonas costeras pudo deberse a problemas de enfermedades como la tinta y a la introducción de otros cultivos más productivos como la patata o el maíz, y más recientemente a la presión de otras especies, como el eucalipto, que relegaron a los castaños a zonas más del interior de la comunidad”, argumenta.
Es muy difícil competir con el modelo del eucalipto para una población que tiene su modo de vida en la ciudad
“No puedes tener una plantación de castaño con un modelo de dedicación como el del eucalipto”, compara, por eso, dice, “el eucalipto es una especie más compatible con un propietario forestal cada vez más urbano”.
“Sin población rural es difícil pensar en el cultivo y producción de castaña; en zonas como A Gudiña o Verín, está habiendo dificultad para mantener los sotos productivos por la falta de población rural viviendo allí”, ejemplifica.
China, principal productor mundial con más de la mitad de la superficie de castaños del planeta
La Escuela Politécnica Superior de Ingeniería del Campus Terra de la USC en Lugo acogió el pasado mes de junio el VII Simposium Internacional de la Castaña,, un encuentro que dio cita en Galicia a más de 100 investigadores de países como EEUU, China, Japón, Malasia, Chile, Hungría, Georgia, Eslovenia, Austria, Francia, Suiza, Italia o Portugal.
El profesor Santiago Pereria, que también es vicepresidente de la división de frutos secos de la ISHS, la principal red mundial del área de horticultura, formada por más de 70.000 miembros entre investigadores, universidades, gobiernos y compañías comerciales de medio centenar de países y regiones de los mundo, fue el coordinador del simposio, que se celebró en ediciones anteriores en Francia, Portugal, China, EEUU y Turquía. Tras recalar en Galicia, pondrá rumbo a Torino, en Italia, dentro de cuatro años, y luego a Chile.
El VII Simposio de la Castaña fue un foro de análisis y debate de las últimas líneas de I+D y propuestas de innovación alrededor de esta especie forestal celebrado en el mes de junio en Lugo
Promovido por la Sociedad Internacional de Ciencias Hortícola (ISHS), las distintas ponencias y visitas programadas sirvieron para intercambiar resultados de investigaciones, así como para debatir cuestiones orientadas a reconocer y potenciar el valor socioeconómico, natural y cultural de los castañares.
“El valor de los sotos va mucho más allá del económico. Existe en la sociedad uno aprecio como parte de nuestro paisaje, eso va a sobrevivir. Permite también la producción de madera de calidad, que se va a seguir cotizando, y otras producciones asociadas, como pueden ser las de miel o setas. Diversificar es algo muy gallego”, destaca el catedrático de la USC.
El ISHS es una organización independiente que actúa como plataforma mundialmente reconocida en los campos de la investigación, el intercambio de información científica y la colaboración a favor de la innovación sostenible en horticultura.
La producción de castaña en el mundo
La producción de las 500.000 hectáreas de bosques de castaños existentes en el mundo es de 2 millones de toneladas anuales. La producción de castañas en Asia es casi 8 veces más que en Europa. China, que cuenta con más de 300.000 hectáreas de castaños, es el principal productor mundial en un listado en la que también destacan otros países como Corea y Japón, en Asia, así como Turquía, Italia, Portugal y España, en Europa, y Chile, en América del Sur.
China está haciendo trabajos punteros en genómica
La principal diferencia entre la producción asiática y la europea está en la cantidad, pero sobre todo en el hecho de que se trata de dos especies cultivadas distintas: Castanea mollissima, en China, y Castanea crenata, en Japón, mientras que en Europa, donde se estima la existencia de unos dos millones de hectáreas de bosques dominados por castaños, se cultiva Castanea sativa, explica el profesor Pereira.
A nivel europeo la gran productora de castaña sativa es Turquía y está habiendo una apuesta muy fuerte en los últimos años por la extensión de nuevas plantaciones en Portugal, pero dentro de la UE Italia sigue siendo la gran productora y la más tecnificada, con industrias que absorben no solo la producción italiana sino también la de otros países excedentarios, como es el caso de Portugal, que lleva muchos menos años transformando producto.
EEUU adoptó el castaño chino en territorio americano, una especie que aquí no reconocemos comercialmente
En América, Estados Unidos tiene una especie propia de castaño, la dentata, nativa de los bosques caducifolios del este, pero en este momento se encuentra en estado crítico de conservación. “En EEUU introdujeron el castaño europeo y el chino, pero acabaron adoptando el chino, que es más fácil de cultivar y más resistentes a plagas y enfermedades”, describe Santiago.
Al revés que en los EEUU, Chile optó por introducir la castaña europea, a partir de las variedades italianas. “Van también a un modelo productivo más intensivo y con plantaciones más tecnificadas”, explica.
En Turquía tienen la misma cultura de castaña que tenemos aquí: también varean los castaños y tienen ouriceiras como las que hay en la zona de Cervantes
Una de las grandes virtudes del castaño es esa, la de unir a países y culturas distantes. “En todo el sur de Europa se consume la castaña de la misma forma que aquí. En Francia tienen pisa de castaña, igual que tenemos nosotros, y en Turquía varean los castaños y tienen ouriceiras, como las que hay en la zona de Cervantes”, compara.
También en China pueden verse las mismas modalidades en la industria transformadora que hay en Galicia. “La castaña molísima se adapta al pelado, aunque sea más dificultoso que con la castaña europea, y a partir de ahí hacen todas las variantes, incluidos los snacks. Tienen también gran producción de castaña pelada y congelada para cocina”, cuenta Santiago Pereira, que visitó el país en el 2008, dentro de los simposios del ISHS.