Universidad de Vigo y EnergyLab investigarán el efecto de los bioplásticos y polímeros sintéticos en los suelos y en las aguas

La Universidad de Vigo y EnergyLab desarrollan el proyecto Polbio, en el que se centran en las características fisicoquímicas del proceso y el potencial efecto tóxico en suelos y aguas

La comunidad científica lleva años centrando sus esfuerzos en buscar productos alternativos, como los biopolímeros o plásticos biodegradables, para hacer frente al gran problema ambiental que suponen las toneladas de plásticos que están en medio marino y terrestre. En este sentido, Grupo de Biología Ambiental de la Universidad de Vigo en colaboración con el centro EnergyLab crearon el proyecto Polbio, una iniciativa que fue seleccionada dentro de la convocatoria de Proyectos Estratégicos Orientados a la Transición Ecológica y a la Transición Digita del Ministerio de Ciencia e Innovación.

El objetivo final de Polbio es incrementar el conocimiento existente sobre las características fisicoquímicas del proceso de degradación de bioplásticos y polímeros sintéticos, sobre el potencial efecto tóxico de los materiales y sobre el impacto que puedan ocasionar en ambientes terrestres y acuáticos. Además, también se busca determinar cuáles son las condiciones más apropiadas para la degradación de estos plásticos a nivel industrial, en las plantas de tratamiento de residuos que incluyan procesos aerobios o anaerobios y, al tiempo, acercar información útil e innovadora a los gestores de tratamiento de residuos, de modo que puedan desarrollar y optimizar los protocolos de trabajo.

El proyecto echó a andar en diciembre del año pasado y tiene por delante otros doce meses de trabajo. Recién, los investigadores del área de Zoología del Departamento de Ecología y Biología Animal Salustiano Mato, Iria Villar y David Gutiérrez, junto con la responsable del área de Bioenergía de EnergyLab, Mónica Figueroa, mostraron los primeros resultados obtenidos.

En palabras de Salustiano Mato: «El objetivo es aproximarnos a la problemática de los microplásticos convencionales y, sobre todo, de los biopolímeros, llamados a sustituir los plásticos sintéticos». El catedrático resalta que el relevo de los plásticos sintéticos por biopolímeros es una tendencia creciente, «pero desde el punto de vista científico tenemos que garantizar que los biopolímeros que se ponen en el mercado son de verdad inocuos y biodegradables y debemos constatar que ese proceso de biodegradación no afecta al medio natural ni por asomo».

Primeros resultados obtenidos

Se centran en las características fisicoquímicas del proceso y en el potencial efecto tóxico de los materiales

El proyecto está dividido en dos bloques, el primero, desarrollado por los investigadores de la UVigo, se centra en determinar la biodegradabilidad de los polímeros y bioplásticos tanto en medio acuático continental como en medio terrestre, así como en el estudio de la trazabilidad de microplásticos en la cadena trófica y en la evaluación de los efectos ecotoxicológicos en organismos diana. El segundo bloque, de la mano de EnergyLab, analiza el destino de los bioplásticos vía digestión anaerobia para producción de biogás.

En el ámbito terrestre, Villar incidió en que el suelo «no es sólo una alcantarilla de microplásticos y de plásticos, sino que también es una vía de entrada de estos contaminantes al medio acuático, tanto de agua dulce como marina». Para analizar el impacto de estos residuos en el ecosistema, los investigadores están realizando estudios para determinar la tasa de biodegrabilidad de estos compuestos en los suelos, con experimentos tanto en el laboratorio como en medio natural, empleando como material de ensayo bolsas film fabricadas con los bioplásticos PLA y PHB y con polipropileno, en el caso de plástico convencional.

Los primeros datos obtenidos en laboratorio muestran que, tras 42 días de proceso, «tanto el PLA como el polipropileno mostraron un comportamiento muy similar, mientras que el PHB consumió más oxígeno en el proceso y por lo tanto tiene una tasa de biodegradabilidad más alta». En suelos naturales, tras tres meses en la tierra, los investigadores pudieron comprobar que «el PHB tiene una gran fragmentación y una mayor biodegradación en comparación con los otros dos compuestos, cuya estructura física era muy semejante a la inicial».

Los investigadores recogen muestras en el río Louro

En cuanto al medio acuático, David Gutiérrez presentó algunos de los avances obtenidos. En el que alcanza, por ejemplo, al impacto de los microplásticos en la cadena trófica, el investigador explicó que se seleccionaron varias especies para su estudio. Esta parte del estudio está aún en desarrollo. Otra de las líneas de trabajo es el análisis de la distribución de los microplásticos en los ambientes acuáticos y, para esto, se eligió como lugar de estudio el río Louro , uno de los principales afluentes del Miño.

El equipo está realizando muestreos cada 45 días en cinco puntos diferentes del curso del río con el objetivo de conocer el porcentaje de microplásticos en la columna de agua y en los sedimentos para poder determinar qué factores influyen «en una mayor o menor concentración de estos compuestos, desde factores climáticos hasta la densidad poblacional o los usos del suelo», factor este último que los investigadores consideran que puede ser más el determinante.

Una vez finalizado el estudio, podrán estimar qué cantidad de plásticos medida en Kg puede llegar a ser transportada por un río de estas características a lo largo de un año.

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