“La harina de larvas de insectos es muy beneficiosa para la alimentación animal”

Visitamos Galinsect, una granja de insectos situada en la parroquia de Cristiñade, en el Ayuntamiento de Ponteareas, donde hablamos con su CEO y socio fundador Rubén Recamán Guisande, que nos cuenta más sobre este tipo de granjas y el innovador enfoque de esta empresa.

¿Cómo fue el proceso de por en marcha una granja de insectos en Galicia?
La legislación desconocía completamente esta actividad. No nos pusieron muchas trabas pero sí que nos pedían mucha información. La cara buena fue que pudimos participar en una aceleradora, la Business Factory Food, que ayudó en la puesta en marcha de este proyecto.

¿Qué productos comercializáis y que aplicaciones tienen?
Inicialmente los productos que comercializábamos era el insecto vivo, la larva o gusano, y también el abono que genera este insecto que funciona como un abono, como un fertilizante orgánico. Con el proyecto BIOPROINSECT, en colaboración con el departamento de biotecnia de la universidad de Vigo, ya conseguimos desenrollar otro tipo de productos de mayor valor añadido que esperamos poder comercializar próximamente. Son hidronizados de proteína, ácidos graxos, quitina y también enzimas proteasas.

¿De dónde procede la materia prima con la que alimentáis a los insectos?
El proyecto desde el comienzo tiene la vertiente de economía circular, siempre tratamos de emplear el mayor número de subproductos y residuos procedentes de la industria agroalimentaria para alimentar a nuestros insectos. Es muy difícil poder estandarizar el proceso de producción únicamente con subproductos, así que tenemos que recurrir a otro tipo de productos como cereales, salvado de maíz, avena… Y luego también todo tipo de productos vegetales como frutas, hortalizas…”

El problema que tiene el insecto a día de hoy es que es muy mal conversor de alimento

¿Cuáles son los costes de alimentación aproximados?
El problema que tiene el insecto a día de hoy es que es muy mal conversor de alimento, necesitamos entre 4 y 8 kg de alimento para obtener 1kg de insecto. Es verdad que hemos mejorado mucho el tema de la conversión y dieta del insecto consiguiendo rangos mucho más bajos. Pero normalmente los costos estimados de alimentación del insecto pueden ir de un euro y medio hasta dos euros y medio por kilo de insecto.

¿Qué requisitos deben reunir las instalaciones?
Unas condiciones ambientales muy estables durante todo el año, una temperatura y humedad muy concreta, en unos rangos muy determinados. Entonces, lo que necesitamos es acondicionar las instalaciones para mantener estos rangos. Tenemos equipos de aire acondicionado y calefacción que permiten tener las temperaturas estables, y luego los humidificadores y deshumificadores para controlar la humedad, y sobre todo, la cámara de cría, que realmente es una cámara de frío, tiene que ser casi hermética para ser lo más eficiente posible energéticamente. Al final es un tipo de ganadería como otro cualquiera, y a día de hoy los requisitos son prácticamente los mismos. Tenemos el REGA, el registro ganadero gallego, y nos aplican la misma legislación.

¿Tenéis problemas con la legislación a la hora de comercializar vuestro producto? Nosotros somos productores de alimento animal, por lo que los requisitos son elevados pero no tanto como para alimentación humana. Recién la Unión Europea aprobó el uso de este tipo de insectos para el consumo humano, pero ahora las legislaciones nacionales aún se están adaptando. En España aún no podemos comercializarlo para el consumo humano pero sí para el consumo animal.

En España aún no podemos comercializarlo para el consumo humano pero sí para el consumo animal.

¿Qué ventajas presentan el abono y los gusanos?
El abono que genera el insecto presenta varias ventajas. Primeramente su caracterización, los niveles de NPK -nitrógeno, fósforo y potasio- son muy balanceados, 3-3-3, por lo que va bien para cualquier tipo de cultivo, y uno de los componentes que tiene es la quitina, que es un fitofortalecedor de las plantas, y funciona como fungicida, para evitar plagas, es un producto muy interesante y valorado. Además, es un producto totalmente orgánico, estamos ahora trabajando en obtener el certificado ecológico, y presenta muchos beneficios y ventajas respeto otros abonos.

En cuanto a la larva del insecto, la principal ventaja que muestra es su elevado contenido en proteínas, en torno al 53% de proteínas de alto valor biológico. Además también presenta en torno un 25% de grasas que son ácidos grasos mono y polisaturados, ácido oleico y linoleico, omega 6 y omega 3, que también son muy beneficiosos para el sistema digestivo y el organismo de casi cualquier especie animal. Luego también tiene esa pequeña componente de quitina, que en pequeñas dosis, funciona muy bien para mejorar el sistema inmunitario de un montón de especies animales.

¿Por qué establecisteis esta granja en Ponteareas?
Dedicimos hacerlo aquí porque somos 5 socios, y la familia de uno de ellos tenía aquí dos granjas vacías desde hace años, así que nuestra idea era poder aprovechar estas instalaciones. Además, consideramos el rural gallego excelente para esta granja.

¿Por qué apostasteis por el tenebrio molitor, conocido como el gusano de la harina?
Sobre todo por su contenido nutricional, alto en proteínas y grasas de alto valor biológico y por la escalabilidad que ofrece en su producción a nivel industrial.

“Queremos apostar más por la transformación del insecto, su biorrefinado”

¿Qué volumen de producción manejáis y a que mercados os dirigís?
Ahora no estamos comercializando pues queremos darle una vuelta al modelo de negocio. No queremos dedicarnos tanto a la producción del insecto como a la transformación del insecto, su biorrefinado. Hace un año estábamos trabajando con volúmenes de producción en torno la media tonelada de insecto y una tonelada y media de abono cada mes.

¿Cuáles son los precios de mercado?
Para el gusano, el insecto vivo, anda entre 8 y 35 euros el kilo, dependiendo del volumen y del tipo de cliente a lo que te dirijas.

¿Cómo es el proceso de producción?
El proceso de producción se divide en las cuatro fases que tiene este insecto. Es un coleoptero, un escarabajo, entonces pasa por distintas fases. La primera es la de huevo. La segunda es la de gusano o larva. La tercera la de crisálida o pupa, y la cuarta la de escarabajo, que sería el imago del insecto. Nuestro trabajo consiste en clasificar el insecto en sus cuatro fases, ir separándolo en cada etapa.

¿Qué procesos están digitalizados o mecanizados?
Ahora mismo ninguno, está todo hecho a mano. Tenemos una máquina para el tamizado del insecto pero está en proceso de prueba. Pero sí, en el futuro nuestro objetivo es, poco a poco, ir digitalizando y mecanizando todo el proceso de producción.

¿Qué residuos generáis con la actividad y que hacéis con ellos?
El único residuo que generábamos era el escarabajo, pues una vez que hace su labor de reproducción y deja de ser fértil, para nosotros no tenía ningún tipo de valor pues es un producto que no se comercializa. Lo que conseguimos ahora con el proyecto BIOPROINSECT, fue precisamente valorizar este tipo de producto y, a partir de la harina del escarabajo, poder extraer distintos productos de alto valor añadido como comenté antes. Entonces ahora no generamos prácticamente ningún tipo de residuo o subproducto.

¿Qué perspectivas de futuro tenéis?
Pues a corto plazo, en el mes de enero, estaremos en una primera ronda de financiación con el objetivo de tener la financiación suficiente para desenrollar nuestra bio refinería de insectos a modo de piloto pre industrial. Queremos validar la escalabilidade y producción industrial de esta biotecnología que desenrollamos en el proyecto BIOPROINSECT.

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